De los dulces típicos de cuaresma, las torrijas son los que más nos gustan en casa. Siempre las hago por esta fecha, no porque yo sea muy tradicional, si no porque es el momento del año en el que encuentro el pan especial para torrijas en el supermercado. En realidad vale cualquier pan consistente del día anterior, pero yo siempre lo hago con éste.
Además del pan, necesitaremos 1 litro de leche, canela en rama, cáscara de limón, 3 huevos, aceite para freír y azúcar y canela en polvo.
Ponemos las rebanadas en una fuente grande, que queden juntas pero sin amontonar. Después infusionamos un palo de canela y la cáscara del limón (sin nada de parte blanca), en la leche, para eso lo ponemos en un cazo y cuando empiece a hervir, retiramos.
Colamos la leche y se la añadimos a las rebanadas, esperamos a que empape bien.
Batimos los huevos y se los añadimos también por encima, procurando que cubran todas las rebanadas.
En abundante aceite caliente freír las torrijas, y cuando estén doradas, sacar y colocar sobre papel absorbente.
Cuando enfríen un poco, no mucho, pasar por una mezcla de azúcar y canela molida. Y listas.
Fáciles, ¿verdad?, pues venga, ¡a comer torrijas!
Variantes hay varias, por ejemplo empaparlas en vino, en lugar de en leche, nunca las he probado, la verdad. También hay quien las cubre con miel, para ello tendréis que rebajar la miel con un poco de agua. A mi como más me gustan es como os he explicado, no quedan tan empalagosas.
Un abrazo,
Paloma
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